Devoción a Madre Admirable

HISTORIA DE LA SANTA IMAGEN DE MADRE ADMIRABLE

Nuestra imagen:

    La santa imagen fue pintada 'al fresco' en 1844 por Pauline Perdreau, una religiosa del Sagrado Corazón, en su convento de Trinitá del Monti, Roma, queriendo "hacer presente a la Santísima Virgen" en el lugar de reunión de las hermanas, sobre uno de los muros del claustro. 

    Pío IX, visitando el 20 de Octubre de 1846 el monasterio, se detuvo admirado frente a la imagen y exclamó: "¡He aquí verdaderamente a la admirable Madre!". De allí el nombre de nuestra imagen. Los aniversarios de esa visita papal quedaron como la fecha de conmemoración de esta advocación. 

    La imagen representa a María adolescente, cuando mediante la oración, el estudio, el trabajo y la pureza, se forma, en el templo de Jerusalén, para su sublime misión. La oración está simbolizada por los ojos bajos y meditativos de la Virgen y el panorama de praderas y de cielo que se abre a sus espaldas; el estudio, por el libro abierto que yace sobre su canasto de costura; el trabajo, por el huso que sostiene en su mano; la pureza, por el lirio que se yergue a su costado.

    Madre Admirable es la patrona de cualquiera que quiera crecer en su fe y su vida interior. También de los estudiantes; de los padres que buscan ayuda para la formación de sus hijos; de los docentes...

    La imagen que se halla en la entrada de nuestra parroquia es una reproducción al óleo realizada por una religiosa de las Hermanas Franciscanas Misioneras de María. Fue enviada a Buenos Aires en 1921, a pedido de doña Concepción Unzué de Casares, ex alumna de los Sagrados Corazones, para colocarla de Patrona del Colegio y capilla que había fundado, dándoles su gestión a esas religiosas.

    Destruida la pintura casi totalmente en la explosión del año 1992, fue restaurada paciente y generosamente por Doña Mercedes de las Carreras en el taller de la Fundación Tarea. Actualmente colocada en su lugar original, a la entrada de nuestra Parroquia y Colegio, está protegida por un vidrio antirreflejo y fue nuevamente bendecida por S. E. R. Mons. Guillermo Leaden, el 23 de octubre de 1995, solemnidad de la Dedicación de nuestro templo.

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Historia de 'Madre Admirable'. Reproducción de un sermón pronunciado en su solemnidad.

La via Condoti, una de las más aristocráticas de la Roma papalina, une la via del Corso con la piazza di Spagna. Allí, a la vera del Palazzo Torlonia, del Palazzo del Gran Magisterio de la Orden de Malta, se encuentra el café más antiguo de Roma, el Greco, fundado en 1760 por un levantino; de allí su nombre.

Café frecuentado por huéspedes extranjeros famosos: Goethe, Gogol, Schopenhauer, Mendelssohon, Berlioz, Stendhal, Taine, Baudelarie, Wagner, Listz, Paul Bourget, Anatole France... Centro, pues, romántico de esa vieja Roma gobernada aún por los Papas, asomado a Piazza di Spagna, uno de los más celebres sitios de la ciudad.

Allí, en el medio de la calzada, la fontana della Barcaccia -la barcaza-, interesante, por ser obra del padre del gran maestro Gian Lorenzo Bernini. Y de allí, hacia lo alto, la gran escalinata della Trinità dei Monti, una de las escenografías más pintorescas y movidas de la ciudad settecentesca, construida en travertino por Francesco de Sanctis, cuarenta años antes del Café Greco, y regalada al Papa por el embajador de Francia. Por eso está adornada, en sus balaustradas, con los lises de Francia y las águilas de los Conti. Inocencio XIII era, efectivamente, un Conti.

Capilla de la imagen original en Trinità dei Monti

    En lo alto de la empinada escalinata, domina la iglesia Trinità dei Monti, con la espléndida fachada del Maderno, el mismo que hizo la de San Pedro. Es una de las iglesias francesas de Roma, hecha construir por Luis XII y, cuando devastada por la ocupación napoleónica, mandada reconstruir luego por Luis XVIII. A pesar de que hay tanta obra francesa, la plaza se llama di Spagna, porque a uno de los lados se levanta, desde el siglo XVII, la embajada de España.

    Pero, allá por la mitad del siglo pasado, mientras, abajo, los artistas discuten y beben en el café Greco, los diplomáticos se mueven entre el palazzo Farnese y el di Spagna, los caballeros de Malta discuten sobre su futuro, los enamorados se sientan al borde de la Barcaccia o en el blanco mármol de la escalinata de Trinità dei Monti, adornada siempre con flores... arriba, flanqueando la Iglesia, en su convento, se desenvuelve el mundo silencioso y sereno de las hermanas del Sacro Cuore. En realidad del Sacre Coeur. Porque son francesas.

    Estamos en Mayo de 1844, asoman los primeros calores de lo que será el verano romano y las religiosas, como lo hacen todas las primaveras, dejan la calurosa sala común donde se juntan a coser en las recreaciones y pasan a ocupar un fresco corredor que da, en el primer piso, al claustro de la iglesia. Contra uno de los nichos del corredor se sienta la madre superiora con su canasta de labores a los pies. A sus costados y en frente, las hermanas. El mes de mayo está en Roma dedicado a la santísima Virgen. Mientras cosen, las hermanas hablan de Ella.

    Pero la superiora, la Reverenda Madre De Coriolis, es llamada frecuentemente al locutorio: tiene que atender los asuntos oficiales del convento, y las visitas de los prelados y nobles que la solicitan. Las hermanas extrañan sus ausencias y, de pronto, un día, una de ellas exclama: "¡Ah, si la santísima Virgen se dignara ella misma a venir presidir nuestra recreación!"

    A una postulante le queda bailando la idea en la cabeza. Es una francesita de la catolicísima y heroica región de la Vendée, donde todavía las mujeres aprendían desde temprano a hilar con la rueca y el huso. Y la postulante recordaba que su abuela Jacqueline, paisana robusta y cristianísima, cuando ella pequeñita se cansaba de esa tarea, le decía, para alentarla: "¡vamos, vamos, ven conmigo al templo de Jerusalén, allí encontraremos a la virgen María, tan jovencita como vos, hilando e hilando sin descansar..!" Y ella se la imaginaba, la pobrecita, a María silenciosa y laboriosa, rodeada de estrellas, hilando e hilando... y entonces redoblaba sus fuerzas, y la abuela Jacqueline la premiaba con una sonrisa.

    Y de pronto -ahora es postulante, las hermanas le han descubierto talento artístico y está estudiando pintura- se le ocurre la idea de representar a la Virgen sobre la pared, en el templo de Jerusalén, como la imaginaba de pequeña, reemplazando a la madre De Coriolis, con la misma canasta de labores de la superiora a los pies, un libro en ella simbolizando la meditación y el estudio, y el huso en la mano y la rueca a su izquierda, simbolizando la laboriosidad, el trabajo hogareño; vestida de paisana de la Vandée.

    "¡Yo, yo la puedo hacer venir a la Virgen!" exclama alegremente. Y tan pronto lo ha hecho se arrepiente, porque solo sabe aún pintar al óleo y, para la pared, se necesita el fresco: es decir, mezclar los colores con cal, agua y polvo de mármol y aplicarlos mientras están húmedos, 'frescos', -de allí su nombre- y, luego, esperar a que se sequen. Allí es cuando recién toma el dibujo su color definitivo. Es una técnica muy difícil, porque no admite retoque; como la de los colores cerámicos, que cambian totalmente después de hornearlos. Pero las hermanas aplauden y aceptan su idea. Ya es tarde para retroceder.

    La madre superiora no quiere, al principio, dar autorización a la novata. Le va a arruinar la pared. Pero finalmente accede. Su profesor de pintura Monsieur Matz se ofende: ¡cómo se atreve a hacer un fresco cuando todavía no ha aprendido -según él- ni a dibujar! Y la abandona a su suerte.

    Mientras trabaja, pues, solo recibe consejos del albañil que le prepara la mezcla. Comienza su tarea el 1 de Junio de 1844. Y, a medida que el trabajo avanza, la desaprobación de la madre y el horror silencioso de las hermanas se acentúa. Está surgiendo un mamarracho, un relleno de colorinches chillones casi ofensivos a la vista.

    Claro, mientras se trabaja con la cal húmeda, los colores se avivan, como los de un género estampado en el agua. Hay que esperar, veinte, treinta días, para que al secarse tome su aspecto definitivo. Pero las hermanas no lo saben y se estremecen de espanto y de lástima por la hermanita Pauline Perdreau -que así se llama nuestra postulante, nuestra novel artista-. ¡De ésta seguro que la echan del convento o no le dan un pincel más en la vida!

    Un día el fresco está terminado. Pauline, para evitar esas miradas de pena y esos santiguarses de las que pasan por el corredor, lo cubre con un lienzo. El único que la alienta es el albañil: "Non si preocuppi, Signora, ¡superbo, fior di fresco, un gioiello!, Lei vedrà!"

    Pero Pauline sufre. Cada tanto, levanta el velo y echa una ojeada. Y poco a poco se reanima: día a día los colores se van aclarando... Pauline se regocija, pero conserva su secreto. A los quince días pide permiso a la madre para no dejar pasar a nadie por el corredor, desclava el velo y pinta el dorado de las estrellas y la aureola que rodean la cabeza de la Virgen. El color dorado hay que aplicarlo en caliente, y el olor de la marmita en que hierve el mejunje llena de un hedor almizclado repugnante todo el convento; además, el brasero donde lo calienta se incendia... "Solo eso faltaba a ese pobre fresco", dicen las hermanas. El humo pestilente invade hasta la celda de la Madre que, descompuesta, tiene que irse a Villa Lante, otro convento. Pero en tres horas todo está terminado.

    Una hermana lega que viene a ayudarla a limpiar el enchastre que había hecho en el corredor, se queda arrobada frente a la imagen, y cada vez que pasa frente a ella exclama: "¡Quant'è bella!"

    Y así a los pocos días cuando la madre superiora, ya repuesta, vuelve de Villa Lante, se la recibe con una gran fiesta y también ella descubre con alegría la sencilla belleza de la pintura de su postulante y se siente contenta de que su canasto de labores sea igual al de la Virgen. Ya no quiere ocupar su viejo lugar, se lo deja a la Virgen y ella se coloca en frente, dejando a María presidir siempre la recreación. La "Madonna del giglio", la llaman al comienzo, por el lirio que tiene pintado a su derecha, simbolizando la pureza mariana.

    Pero Pauline no verá nunca más su pintura, al poco tiempo la trasladan de convento y ya no volverá a Roma. Dos años después, a una religiosa exilada de Francia que, terriblemente apenada y cuitada, reza frente a la imagen, se le desprende el crucifijo que lleva al cuello y cae al pie de la Virgen. "Aquí acaban tus cruces", piensa. Y, efectivamente, desde ese día recibe consuelo y fortaleza. Empieza a llamarla Mater Admirabilis, Madre Admirable, y ese es el nombre que finalmente le queda.

    El 20 de Octubre de 1846, su santidad el papa Pío IX llega a visitar el convento por primera vez desde su ascenso al pontificado y, al pasar ante la imagen, se queda mirándola, se arrodilla y reza largamente. Después se levanta y alaba la pureza, el candor, la amable simplicidad de la imagen. María, en el templo, a los doce años, le parece un tema tan piadoso y nuevo que concede, a perpetuidad, 300 días de indulgencia a todos los que ante esa imagen recen tres avemarías y, tres veces: "Madre Admirable, ruega por nosotros."

    Ese día 20 de Octubre, el de la visita del Papa, quedará -cuando la devoción a la imagen se extienda- como fecha de esta advocación. La devoción se extiende por todos los conventos y colegios del sagrado Corazón. Este año, pues, hace 150 que se pintó la imagen.

    Como ven, todo simple, derecho, cristiano, católico, sin portentos, sin revelaciones, sin mensajes, sin videntes, sin rosarios que se prenden y se apagan: la sencillez y silencio de la Virgen en los evangelios, interpretada por una muchacha buena, nacida en tenaz raza vandeana y educación cristiana, en la sólida devoción de la auténtica fe católica, lejos de la histeria y la glosolalia, de los éxtasis y las convulsiones, fe de catecismo sólido, fe de devoción mamada desde la niñez, fe alimentada en plegaria y servicio, en cal, rueca, pinceles y escoba...

    Esa es la Virgen María que me gusta, la de la Escritura, la de las bodas de Caná, la de pié en silencio frente a la cruz...

    Esa es nuestra Madre Admirable, patrona de nuestra parroquia y de nuestro templo. Quiera ella hacer también, en este mundo desolado, sin Dios, pero al mismo tiempo lleno de hombres y mujeres ansiosos de encontrarse con lo trascendente, que no se extravíen detrás de falsas místicas, de la búsqueda de lo maravilloso, de lo parapsicológico, de lo que excita el sentimiento, de lo extraordinario, de lo pseudomilagroso, sino que encuentren, por intercesión de la santísima Virgen María, nuestra Madre Admirable, el sereno gusto por el estudio de la doctrina, por el encuentro con Dios en la meditación de su palabra, por el servicio a los hermanos en el cumplimiento diario y humilde de nuestros deberes de estado.

 Durante la Novena, récense las Letanías de Madre Admirable después del Rosario.

Novena a María, Madre Admirable

En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial, para todos los días.

Cuando la Novena se reza comunitariamente, las oraciones se dicen de pie.

Dios Todopoderoso y Eterno que has querido, según lo anunciaste en profecías a lo largo de los siglos y, al llegar la plenitud de los tiempos, por boca de tu mensajero, que tu Hijo se encarnara en el seno de la Virgen, escucha nuestras súplicas y concédenos gozar siempre de la protección de María, a quien proclamamos con firmeza Admirable Madre del Verdadero Dios. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina Contigo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

Virgen Madre de Dios, que llevaste en tus entrañas a Aquel a quien el universo entero no puede contener, intercede ante Él por nosotros para que, en su misericordia, nos conceda la gloria del Cielo. Amén.

Sentados

Día primero

María Santísima, Madre intacta

Lectura de la profecía de Ezequiel (44, 1-3)

Me llevó el Señor a la puerta que da al Oriente, pero la puerta estaba cerrada. Y me dijo el Señor: Esta puerta ha de estar cerrada; no se abrirá ni entrará por ella hombre alguno, porque ha entrado por ella ‘El que Es’, el Dios de Israel; por tanto, ha de estar cerrada. Por lo que hace al Príncipe, entrará por el vestíbulo de la puerta y por el mismo saldrá.

Pausa breve

De las Homilías marianas de San Andrés de Creta (En la Anunciación)

Con razón eres bendita, pues te ha bendecido Dios y has sido su tabernáculo, cuando inefablemente llevaste en tu seno a Cristo Jesús, verdadero hombre del todo lleno de la gloria del Padre y verdadero Dios, pues posee perfectamente ambas naturalezas. Bendita tú, verdaderamente, a quien Ezequiel denominó ... Oriente y puerta cerrada por la que sólo Dios había de pasar y de nuevo quedaría cerrada. Puerta del cielo, por la cual solamente ha pasado el Señor de los cielos y a nadie ha permitido el paso, ni antes, ni después del Él.

Pausa breve

V- Madre Admirable en tu integridad,

R- Ruega por nosotros

Oremos

De pie. Oración final para todos los días

Día segundo

Oración inicial. De pie

María Santísima, Madre virgen

Lectura de la profecía de Isaías (7,10. 14)

Pide al Señor, tu Dios, una señal en lo profundo del sheol o arriba, en lo alto. El Señor mismo os dará la señal: he aquí la Virgen grávida y de parto, y llama a su hijo ‘Emmanuel.

Pausa breve

Del Tratado de San Ireneo "Contra los herejes" (Libro 3, 20)

El Verbo de Dios que habitó en el hombre se hizo también Hijo del hombre, para que el hombre se habituara a percibir a Dios y Dios a vivir en el hombre, conforme a la voluntad del Padre. Por eso, aquel que es la señal de nuestra salvación, el Emmanuel nacido de la Virgen, nos fue dado por el mismo Señor, porque era el mismo Señor quien salvaba a los que por sí mismos no podían alcanzar la salvación.

Pausa breve

V- Madre Admirable en tu perpetua virginidad,

R- Ruega por nosotros

Oremos

De pie. Oración final para todos los días

Día tercero

Oración inicial. De pie

María Santísima, Madre Inmaculada

Lectura del libro del Génesis (3, 15)

Enemistad perpetua pongo entre ti y la Mujer, entre tu linaje y el Suyo, éste te aplastará la cabeza mientras tú le acechas el calcañal

Pausa breve

De las Homilías marianas de San Andrés de Creta (En la Anunciación)

¡Salve, llena de gracia, el Señor está contigo! ¡Salve, elegida por Dios desde el principio!. ¡Salve, tesoro de vida inmaculada! ¡El Señor está contigo, el mismo que dijo: Hágase la luz, hágase el firmamento y las demás obras magníficas de su poder creador! los cielos y a nadie ha permitido el paso, ni antes, ni después del Él. ¡El Señor está contigo, el Señor que es el dispensador de toda alegría, el Salvador de todo el mundo. Te he llamado llena de gracia, para manifestar el gozo del misterio en ti realizado.

Pausa breve

V- Madre Admirable en tu plenitud de gracia,

R- Ruega por nosotros

Oremos

De pie. Oración final para todos los días

Día cuarto

Oración inicial. De pie

María Santísima, Madre del buen consejo

Lectura del Eclesiástico (24, 24-26.30)

Yo soy la Madre del amor hermoso, del temor, de la ciencia y de la santa esperanza. Venid a mí cuantos me deseáis y saciaos de mis frutos. El que me obedezca no se avergonzará, y los que obre por mí no pecarán.

Pausa breve

De las oraciones de Simeón Metaphraste

Santa y soberana Madre de Dios, luz de mi alma en las tinieblas. Tú que diste el día a la verdadera Luz de la inmortalidad, ilumina los ojos de mi corazón. Tú que trajiste al mundo a la Fuente de la inmortalidad, dame la vida, pues el pecado me hace morir. Pon la contrición en mi corazón, la humildad en mis pensamientos, la reflexión en mis razonamientos. Hazme digno, hasta mi último suspiro, de ser santificado por esos misterios, a fin de que te cante y te glorifique todos los días de mi vida, pues tú eres bendita por los siglos de los siglos.

Pausa breve

V- Madre Admirable, Sede de la sabiduría,

R- Ruega por nosotros

Oremos

De pie. Oración final para todos los días

Día quinto

Oración inicial. De pie

María Santísima, Madre del Creador

Lectura del primer libro de los Reyes (8,26-28)

Cúmplase ahora, Señor Dios de Israel, la palabra que a David, tu siervo, mi padre, dijiste. Pero, en verdad, ¿morará Dios sobre la tierra?. Los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte. ¡Cuánto menos esta casa que yo te he edificado!. Mas, con todo, ¡atiende a la plegaria de tu siervo, Señor, Dios mío!

Pausa breve

De las Homilías marianas de San Germán de Constantinopla (En la admirable dormición de la Santa Madre de Dios)

Virgen Madre, Tú te manifestaste como cielo capaz de contener al Dios Altísimo, ya que tu seno le ofreció un lugar para hospedarse. Eres hermosa, como dice la Escritura, tu cuerpo virginal es totalmente santo, totalmente puro, morada de Dios "He aquí –dice el Señor- el lugar de mi reposo por los siglos de los siglos". Y, ¿cuál es ese lugar?. La carne con la cual Tú lo has revestido, Madre de Dios, carne con la cual, según creemos firmemente, Cristo se manifestó no sólo para el tiempo presente sino también para el siglo futuro, cuando venga a juzgar a los vivos y a los muertos.

Pausa breve

V- Madre Admirable, que engendraste al que te engendró,

R- Ruega por nosotros

Oremos

De pie. Oración final para todos los días

Día sexto

Oración inicial. De pie

María Santísima, Madre del Salvador

Lectura de la profecía de Isaías (45, 14a.c. 15)

Así habla el Señor: La labor de Egipto y la ganancia de Etiopía, y los sabeos, ... se postrarán ante ti y, suplicantes, te dirán: ‘Sólo Tú tienes un Dios, hoy hay ningún otro’....En verdad que tienes contigo un Dios escondido, el Dios de Israel, el Salvador.

Pausa breve

De las Homilías de San Proclo de Constantinopla (Natividad del Señor)

Cristo ha nacido de la Virgen, ya que de ella ha tomado carne; por esto la Virgen ha venido a ser Madre de Dios. En efecto, Él fue, es y será siempre el mismo; mas por nosotros se hizo hombre; el Amigo de los hombres se hizo hombre, sin sufrir por eso menoscabo alguno en su divinidad. Por mí se hizo semejante a mí, se hizo lo que no era, aunque conservando lo que era. Se hizo hombre para cargar sobre sí el castigo por nosotros merecido y hacernos capaces de la adopción filial y otorgarnos aquel reino, del cual pedimos que nos haga dignos la gracia y misericordia del Señor Jesucristo, al cual, junto con el Padre y el Espíritu Santo, pertenece la gloria, el honor y el poder, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Pausa breve

V- Madre Admirable de nuestro Salvador,

R- Ruega por nosotros

Oremos

De pie. Oración final para todos los días

Día séptimo

Oración inicial. De pie

María Santísima, Madre del Gozo

Lectura de la profecía de Zacarías (2, 10-11)

Jubila y regocíjate, hija de Sión, porque llegaré y habitaré en medio de ti -oráculo del Señor-Aquel día se unirán al Señor muchas gentes, que serán mi pueblo, y yo habitaré en medio de ti, y sabrás que el Señor de los ejércitos me ha enviado a ti.

Pausa breve

De las Homilías marianas de San Andrés de Creta (Natividad de la Virgen)

Los que estamos aquí reunidos celebremos y entonemos cánticos a la hija de David, aclamándola como Madre de Dios. Digamos a la que es la Madre del gozo: Salve, llena de gracia. Salve, inicio del gozo y fin de la maldición. Salve, principio de nuestra restauración y término de las promesas y profecías que Dios nos ha hecho. Alégrese toda la creación, salte de gozo y exulte, por la niña a través de la cual nos llega la salvación y viene a nosotros el redentor del mundo, Cristo Jesús.

Pausa breve

V- Madre Admirable, Causa de nuestra alegría.

R- Ruega por nosotros

Oremos

De pie. Oración final para todos los días

Día octavo

Oración inicial. De pie

María Santísima, Madre de la Paz

Lectura de la profecía de Miqueas (5, 2-5a)

Mas tú, Belén de Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti me saldrá quien señoreará en Israel, cuyos orígenes son desde antiguo, de días de muy remota antigüedad. Por eso, los entregará hasta el tiempo en que la que ha de parir parirá, y el resto de sus hermanos volverá a los hijo de Israel. Y se afirmará y apacentará con la fortaleza del Señor y con la majestad del Nombre del Señor su Dios... Y Él será nuestra paz.

Pausa breve

De las Homilías marianas de San Germán de Constantinopla (En la admirable dormición de la Santa Madre de Dios)

Madre de Dios, tú has embellecido los cielos y la tierra, a la que iluminaste con una gran claridad. Cuando, en la plenitud de los tiempos diste a luz a Aquel que existe desde el principio, al Verbo de Dios Padre, los ejércitos angélicos se inclinaron para ver y para alabar a Dios nacido de Ti: proclaman que los Cielos han recibido una nueva gloria, que la paz ha aparecido en la tierra.

Pausa breve

V- Madre Admirable y Reina de la Paz,

R- Ruega por nosotros

Oremos

De pie. Oración final para todos los días

Día noveno

Oración inicial. De pie

María Santísima, Madre Admirable

Lectura del libro de Judith (13, 1a. 19-20; 15, 9b)

Bendita tú, hija del Dios Altísimo, sobre todas las mujeres de la tierra y bendito el Señor Dios, que creó los cielos y la tierra... Tus alabanzas estarán siempre en la boca de cuantos tengan memoria del poder de Dios. Haga Él que esto sea para tu eterna gloria y te colme de todo bien. ¡Tú, gloria de Jerusalén; tú, alegría de Israel; tú, honra de nuestra raza.!

Pausa breve

De las Homilías marianas de San Cirilo de Alejandría (Concilio de Éfeso)

Te saludamos, María Madre de Dios, tesoro digno de ser venerado por todo el orbe, lugar propio de Aquel que no puede ser contenido en lugar alguno, Madre y Virgen. Te saludamos a ti que encerraste en su seno virginal a Aquel que es Inmenso e inabarcable; a ti, por quien la Santa trinidad es adorada y glorificada; por quien la cruz preciosa es celebrada y adorada en todo el orbe; por quien exulta el cielo; por quien los creyentes obtienen la gracia del bautismo y el bálsamo de la alegría; por quien todos los hombres son llamados a la conversión.

¿Y qué más diré? ¿Quién habrá que sea capaz de cantar como es debido las alabanzas de María? ... Quiera Dios que todos nosotros reverenciemos y adoremos la Unidad, que rindamos un culto impregnado de santo temor a la Trinidad indivisa, al celebrar con nuestras alabanzas a María siempre Virgen, y a su Hijo y esposo inmaculado, porque a Él pertenece la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

(Pausa breve

V- Madre Admirable, digna de toda alabanza,

R- Ruega por nosotros

Oremos

De pie. Oración final para todos los días

 

Oración final , para todos los días.

Madre Admirable, que muestras a tus hijos el camino del progreso interior, ayúdanos a vivir ese silencio que permite oír a Dios; enséñanos esa pequeñez que excluye toda vana pretensión, que sabe ser dócil y servicial. Túe que respondiste siempre al menor deseo de Dios, danos el imitarte en esa prontitud del amor y en ese entusiasmo lleno de fe que tuviste para cumplir con Su palabra, aun en medio de las dificultades.

Madre Admirable, ruega por nosotros y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

Letanías de Madre Admirable

Madre Admirable, ruega por nosotros.
Madre Admirable, lirio del valle, flor de los campos.
Madre Admirable, que derramas a tu alrededor perfume de inocencia.
Madre Admirable, que haces que todo nos sea fácil.
Madre Admirable, cuya mirada nos eleva y transporta más allá de las cosas de la tierra.
Madre Admirable, que nos haces amar a Jesús.
Madre Admirable, que rompes las cadenas de los pecadores más endurecidos.
Madre Admirable, que nos inspiras el desprecio de los placeres y honores mundanos.
Madre Admirable, que revelas a tus amigos los secretos del Sagrario.
Madre Admirable, más pura que el lirio, del cual ofuscas el candor.
Madre Admirable, remedio de todas las heridas.
Madre Admirable, tesoro de calma y de serenidad.
Madre Admirable, ejemplo de la verdadera grandeza.
Madre admirable, junto a quien quisiéramos siempre estar.
Madre Admirable, a quien nadie reza sin hacerse mejor.
Madre Admirable, consoladora por excelencia.
Madre Admirable, violeta humilde, solitaria y escondida.
Madre Admirable, que inundas al corazón de dulce alegría.
Madre Admirable, que haces pregustar el cielo.
Madre Admirable, que das la fuerza para cumplir los más grandes sacrificios.
Madre Admirable, delicia de la tierra y del Cielo.
Madre Admirable, cuyo recuerdo da reposo al corazón.
Madre Admirable, que dices a todos una palabra de vida.
Madre Admirable, que con tu mirada nos transportas a un mundo mejor.
Madre Admirable, que abres a tus amigos el camino del crecimiento interior.
Madre Admirable, que levantas el ánimo abatido.
Madre Admirable, tan modesta cuanto grande.
Madre Admirable, de quien solo el nombre nos llama a cumplir con el deber.
Madre Admirable, que nos haces ver cuánto te agrada este nombre.
Madre Admirable, a quien jamás se invoca en vano.

Meditemos cada invocación de las letanías:

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30

Estas meditaciones fueron escritas en italiano por una religiosa del Sagrado Corazón y vertidas al castellano.

Pueden utilizarse para realizar, meditando una por día, un mes en honor de Madre Admirable,

ORACION

    Madre Admirable, que muestras a tus hijos el camino del progreso interior, al mirarte, un deseo santo nos invade: entrar en ese mundo de amor y de gracia en donde vives.

    ¿Quién como tú, puede enseñarnos esa vida interior? ¿Quién, como tú, puede abrirnos a la vida de Jesús y formar en nosotros sus rasgos divinos?

    ¡Oh Madre! deja que te miremos.

    Tú, Virgen silenciosa, ayúdanos a vivir ese silencio capaz de recibir y mantener adentro nuestro, en medio del barullo de todos los días, la presencia de Cristo. Custodia, Madre, esa silenciosa serenidad y llévamos a preservar nuestro corazón, cada minuto, como morada de Jesús.

    Tú, Virgen humilde, enséñanos, en este ambiente donde todos quieren ser más que el otro, esa pequeñez que excluye toda pretensión, que sabe ser dócil y que quiere servir y desaparecer. Tu humildad subió hasta Dios y conquistó su Corazón; que la nuestra lo incline hacia nosotros.

    Tú, Virgen fiel, respondiste siempre al menor deseo de Dios, sin que hubiera una sombra de vacilación, entre el llamado de la gracia y tu respuesta. Danos el imitarte en esa prontitud del amor y ese entusiasmo lleno de fe que tuviste para cumplir con Su palabra. Que jamás nos detengan las dificultades; sino que, con esa alegría que centuplica el don, respondamos a cualquier cosa que nos reclame Dios, con tu misma frase:"Yo soy la servidora del Señor".

    Madre Admirable, ruega por nosotros y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Amén.

CONSAGRACIÓN DE LAS MADRES A "MADRE ADMIRABLE"

Madre Admirable, tú que eres Madre y has sabido engendrar a tu hijo en tu corazón, confiada en tu intercesión te enco­miendo mi vida y la de mis hijos.
Inunda mi corazón de verdadero amor, para que sepa cumplir todos los días, con alegría, mi responsabilidad de madre.
Dame, Madre Admirable, la gracia de ser siempre fiel a las enseñanzas del Evangelio y, unida a ti, amar y servir al Señor Je­sús en mis hijos, tal como tú lo hiciste con el Tuyo.
Me consagro a ti, para vivir una vida santa, para ser tu imita­dora, para que tú ‑dulce Madre mía‑ puedas contar siempre con­migo y pueda ayudarte a llevar a su cumplimiento, en mi y en mis hijos, el designio de amor que el Padre tiene sobre cada uno de nosotros.
Con este acto de consagración a ti, Madre Admirable, me propongo vivir continuamente en tu compañía y realizar con tu ayuda todos mis compromisos de cristiana y de madre.
Te consagro todos mis desvelos de madre, mis trabajos coti­dianos, mis alegrías y mis penas, mi alma y mi cuerpo, todo mi ser.
Te consagro también, Madre Admirable, a mis queridos hijos, que son también los tuyos. Acompáñalos siempre por el ca­mino de esta vida, que nunca se aparten de Jesús y que, si al­guna vez lo hicieran, que, por Ti, a Él regresen, Le sirvan en todo y alcance­mos finalmente todos juntos la Vida y Felicidad eternas.
Amén.