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Sexta

Madre Admirable,

 que nos haces amar a Jesús.

    Madre Admirable tú nos enseñas a amar a Jesús, porque como Tú nadie lo ha sabido amar. Tú nos lo haces amar porque sabes mostrarnos en qué consiste el verdadero amor.

    Has amado en Jesús al Hijo de Dios y a tu propio hijo. Lo has amado con un amor pleno de adoración que te mantenía pequeña y dependiente delante de Él. Lo has contemplado con mirada admirativa y con el alma llena de alabanza. Tu corazón, mirándolo, decía: "¡Oh mi Dios!" Pero también lo has amado con ternura de madre, atenta a sus mínimos gestos, extasiada por su sonrisa, apenada y dolorida por cada uno de sus sufrimientos. Este amor de madre era de virginal pureza; jamás la sombra de una búsqueda personal ha podido ofuscarlo. Cuando decías "Jesús mío", tu corazón exultaba de santa alegría. Fruto de tu seno, no has querido retenerlo para Ti; lo has ofrecido a Dios y entregado para la salvación del mundo el día de la Cruz. Así es como lo has amado.

    ¡Oh Madre Admirable!, así nos enseñas en qué consiste el verdadero amor. El que alcanza toda su fuerza en la mirada siempre fija en Jesús; el que vive del olvido de sí, y sobre todo en la hora del sufrimiento.

    Enséñanos a amar a Jesús de tal modo que nuestro amor no se permita jamás la sombra de una duda en la respuesta a ninguno de sus deseos.

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